Los gatos han acompañado a los humanos desde las
primeras civilizaciones, como en el antiguo Egipto. Los egipcios consideraban
al gato como un ser divino. El historiador griego Herodoto comentó que en el
país del Nilo, cuando estallaba un incendio, lo primero que hacían sus
habitantes era salvar a los gatos y que si alguien mataba a uno de ellos, era
condenado a muerte.
En la Edad Media, la
suerte del gato cambió considerablemente. Se le consideraba unido a seres
diabólicos, vinculado con brujos y hechiceros, y numerosas supersticiones se
refirieron a él.
En la actualidad, son
animales de compañía muy cariñosos y adorables, pero rondan sobre ellos algunos
mitos y falsedades:
Mito: Los gatos siempre
caen sobre sus patas
Realidad: si bien los gatos tienen una gran elasticidad y hacen unos giros extraordinarios en el aire para caer sobre sus patas, no siempre lo logran. Cuando caen de grandes alturas esta habilidad los ayuda a no salir lastimados, pero muchas veces sufren fracturas o golpes muy fuertes que pueden comprometer su vida.
Mito: Los gatos tienen mucho equilibrio y no se caen.
Realidad: Es cierto que los gatos caminan a grandes alturas por cornisas pequeñas con gran facilidad, pero lo cierto es que muchas veces se caen. Su curiosidad los hace distraerse y perder pie.
Mito: los gatos tienen que tomar leche todos los días
Realidad: Si bien a la mayoría de los gatos les gusta la leche, no necesitan tomarla todos los días si están bien alimentados. Muchos gatos adultos no la toleran bien y pueden sufrir diarrea si toman en exceso.
Realidad: si bien los gatos tienen una gran elasticidad y hacen unos giros extraordinarios en el aire para caer sobre sus patas, no siempre lo logran. Cuando caen de grandes alturas esta habilidad los ayuda a no salir lastimados, pero muchas veces sufren fracturas o golpes muy fuertes que pueden comprometer su vida.
Mito: Los gatos tienen mucho equilibrio y no se caen.
Realidad: Es cierto que los gatos caminan a grandes alturas por cornisas pequeñas con gran facilidad, pero lo cierto es que muchas veces se caen. Su curiosidad los hace distraerse y perder pie.
Mito: los gatos tienen que tomar leche todos los días
Realidad: Si bien a la mayoría de los gatos les gusta la leche, no necesitan tomarla todos los días si están bien alimentados. Muchos gatos adultos no la toleran bien y pueden sufrir diarrea si toman en exceso.
Mito: Los gatos y gatas castrados siempre engordan
Realidad: Es cierto que muchos gatos tienden a ganar peso después de la esterilización, pero esto no ocurre en todos los casos. Ten en cuenta que normalmente se los opera entre los 6 meses y un año, que es cuando se hacen adultos. En esta etapa la cantidad de alimento que necesitan es menor y además tienden a ponerse más sedentarios.
Mito: Los gatos no contraen rabia
Realidad: Los gatos sí pueden tener rabia, al igual que los perros, hurones, murciélagos y casi cualquier otro animal de sangre caliente. Es por eso que debes vacunarlo regularmente contra la rabia, siguiendo las indicaciones de su veterinario. Si bien la rabia es una enfermedad muy poco frecuente en el ámbito doméstico actualmente, hay que seguir vacunando.
Mito: los gatos que viven dentro de un apartamento no se enferman
Realidad: Estos gatos están mucho menos expuestos que los que viven en el exterior, pero no están exentos de contraer una enfermedad. Hay varios virus que provocan enfermedades respiratorias que pueden ser transportados por el aire o en tu ropa.
Mito: Si le doy ajo en la comida no tendrá parásitos
Realidad: Esto es cierto a medias. Existen tratamientos naturales con ajo para los parásitos, pero se hace con dosis determinadas y por una cantidad de días determinados. Hay infestaciones con parásitos muy severas que necesitan un tratamiento más específico. Lo más efectivo es usar los antiparasitarios que tu veterinario te recomiende según el tipo de parásitos que el gato tenga.
Mito: Las mujeres embarazadas no deben tener gatos
Realidad: Algunos gatos pueden ser portadores de una enfermedad llamada toxoplasmosis, que ocasionalmente se transmite a los humanos a través de la materia fecal y puede causar problemas serios en los bebés en gestación. Sin embargo es fácil saber si un gato la tiene o no, y en caso de tenerla la transmisión se puede prevenir tomando algunas sencillas medidas de higiene, como delegar en otra persona la limpieza de la bandeja sanitaria.
Mito: Si un gato pierde sus bigotes no puede mantener el equilibrio.
Realidad: Los bigotes tienen una función sensorial importante, pero de ninguna manera afectan el equilibrio de un gato.
Mito: Los animales curan sus heridas lamiéndose.
Realidad: La lengua del gato es muy áspera y cuando se lame excesivamente puede causarse escoriaciones en la piel. El lamido demasiado meticuloso de una herida puede incluso retrasar la cicatrización. Además la boca de los animales es una fuente de bacterias que puede causar infecciones.
Fuentes:
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